27 de abril de 2008

Uno

Desde niño yo sabía que estaba ahí. Inmenso, impenetrable, realmente aterrorizante. Yo sabía que existía, y que no estaba a más de un par de horas de mí, pero nunca me había acercado a visitarlo.
Por años lo vi en fotos y escuché historias de él, el interminable desierto de arena que pocos se atrevían a cruzar, y aún menos lo lograban. No había ninguna razón por la que alguien cuerdo quisiera alejarse de la ciudad para adentrarse en un mundo de sol y calor y poco más. Alguien cuerdo. Pero yo no era alguien cuerdo. En ese entonces ni siquiera me sentía alguien. Yo no era uno, ni siquiera un décimo de uno; no era más que una pequeña partícula inútil con delirios de grandeza. Una pulga queriendo ser hombre.
Un buen día decidí aprender de él, rodearme de su nada amarillenta y dejarme intoxicar por su ausencia.
Tras una pequeña búsqueda, logré que alguien me aproximara a él. Cuando descendí del auto, podía ver todavía una ligera pero molesta capa de vegetación. Caminé hacia las dunas secas. A medida que avanzaba, la vida disminuía en densidad, pero no llegaba a desaparecer. Pasaron las horas, cada vez estaba más solo, más hambreado y sediento, y aún no hallaba lo que imaginaba que habría en el centro.
El único sonido que había, el de mis pasos, se volvía más lento y ligero. Para la caída de la noche, apenas lograba arrastrarme pero continuaba en búsqueda de mi premio en el centro del desierto. Cuando llegó el frío yo ya no pude más, cerré los ojos, sabiendo que moriría y sin lograr ser uno.


Me despertó un fuerte apretón en el pecho. Estaba en un cuarto blanco, semi-desnudo, y con unos brazos rodeándome y presionándome. Escuché un murmullo. Los brazos me soltaron y reconocí ese rostro. Esos ojos color nogal, inflamados y húmedos por un largo llanto, recorrieron todos los tubos y sondas que llegaban a mi cuerpo. Una ligera sonrisa, los dientes superiores mostrando un poco de sarro. Tomó aire y parecía querer decirme algo, pero la detuve. Respiré hondo y sonreí.
No necesitaba tentar a la muerte para convertirme en uno.